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4/11/2011

No Se Requiere El Orgasmo

Un orgasmo sólo es placentero si la mujer busca tener uno, y si también es
aceptable para ella. Tenga en mente que el orgasmo es simplemente una forma de
placer, no necesariamente la mejor. Es ciertamente posible que la estimulación
vaginal sea muy placentera para la mujer en la ausencia del orgasmo. Incluso
si el coito vaginal no es una experiencia orgásmica para ella, puede gozarlo y
esperarlo a raíz de la unión emocional entre ella y su pareja. Ella goza la
cercanía e intimidad del acto sexual, más que las sensaciones físicas que
experimenta. Hay también mujeres que son felices si su pareja experimenta
placer y orgasmo, incluso si ellas no lo hacen. Ellas disfrutan dando placer a
su pareja, no solamente recibiéndolo, y reciben a cambio placer emocional.
Esto también es ciertamente aceptable, si no se lo lleva al extremo; en algún
punto la mujer necesita pedir que sea su turno.
Nota: Los hombres tampoco deben ver a su propio orgasmo como un requerimiento
del coito y del sexo; los hombres también fingen el orgasmo.


El coito, o cualquier actividad sexual de esa importancia, puede no ser una
actividad apropiada para una pareja si uno de ellos no lo disfruta física y/o
emocionalmente y el otro está incómodo sabiendo esto. Los hombres y las
mujeres usualmente están muy incómodos usando o siendo usados como una ayuda
masturbatoria. Aun así, las expectativas sociales y de la pareja pueden causar
que las personas que no disfrutan de ciertas actividades sexuales sostengan
así las cosas, tratando de vivir de acuerdo a esas falsas expectativas. Lo que
no se dan cuenta es de que están suponiendo que su pareja disfruta la
actividad, lo cual ciertamente puede no ser el caso. Las parejas terminan
yendo por sexo aun cuando ninguno de los dos encuentra placentero lo que está
haciendo, resultando en que ambos pierdan interés. Por otro lado, el sexo no
puede ser satisfactorio si uno no puede ser honesto, con la pareja y su
consentimiento.

8/21/2009

¿Sexo vacío?

experiencia sexual
¿Hay sexo "vacío"? Yo diría que no. La sexualidad es más simple de lo que creemos; o mejor dicho, más plana, menos profunda.
Solemos llamar "vacío" a esa sensación de carencia que nos acompaña en ciertos momentos. Solemos decir que una relación, por ejemplo, es "vacía" cuando nos parece trivial. Un adjetivo emparentado es "superficial". ¿Puede ser superficial el sexo? Yo diría que no, que nunca lo es. Entonces, ¿por qué antes, en y después de ciertas relaciones sexuales, nos sentimos vacíos? La respuesta, me parece, la hemos de buscar en nosotros mismos, no en el sexo. Lo vacío y lo superficial está en nosotros mismos, no en lo que sucede en la relación (y mucho menos en nuestras parejas). Así pues, a la pregunta acerca de la vacuidad del sexo, hemos de responder algo similar a la pregunta sobre la existencia de preguntas estúpidas: no hay preguntas estúpidas, sino gente estúpida que hace preguntas. Por lo demás, lo mismo va para el sexo aburrido, violento, tierno, etc. (Recuerden esto sobre todo cuando se les ocurra quejarse)

6/04/2009

Experiencias swinger


En esta ocasión escribiré sobre un par de capítulos de mi experiencia swinger. Por "swinger" entenderé intercambio de pareja, es decir, acostarme con la esposa de alguien con su consentimiento.

El mundo swinger está lleno de interesantes relaciones. Es fascinante poder presenciar cómo funcionan estas parejas en un nivel tan íntimo. Me da la oportunidad de involucrarme con ellos y de comprender su relación desde puntos claves, como un testigo que experimenta parte de su dinámica y de sus conflictos.

Empezaré por una experiencia bastante curiosa y superficial. Después de contactar con una chica a través de un anuncio y de hablar con ella por teléfono acerca de lo que buscábamos, quedamos en vernos en un hotel. Pagué, pues, la habitación y la esperé allí como convenimos. Después de un tiempo, llamó a la puerta. Entró, nos saludamos y nos sentamos en la cama. Inmediatamente, sacó su móvil y me indicó que iba a llamar a su esposo para avisarle que había llegado y que todo estaba bien. Así lo hizo, pero no colgó. Su juego era que tuvieramos sexo y que su marido puediera escuchar mientras se masturbaba en su oficina. ¿Cómo fue la relación? Fue una cosa muy simple, práctica y relativamente rápida. Nos calentamos un poquito, ella se acomodó rápidamente sobre mí, se metió mi pene, estuvimos dándole así un rato, tuvo un orgasmo, se repuso y se puso a hablar con su esposo: "Ya me vine. Escuchaste. Terminé antes que él...". Colgó, platicamos un poco de cómo conoció a su marido, de sus experiencias swinger, de esto y de lo otro, y nos aprestamos a repetir. Por supuesto, volvió a llamar a su marido. En esta ocasión hasta yo hablé con él: "Hola, ¿cómo estás? ¿Te gusta cómo follo a tu esposa?". Como experiencia fue bastante divertida; como polvo fue bastante mediocre. No nos volvimos a ver. Fue un juego entretenido e inofensivo; uno de esos pasatiempos intrascendetes que le dan un poco de variedad a la rutina; como ver una comedia en el cine o algo similar. Lo recuerdo con una sonrisa.

Este tipo de juegos, en apariencia inocentes y sin consecuencias, sin embargo, no son la regla en el mundo swinger en el que me movía. Si todo fuera así, sería como disneyland para adultos. Pero no es tan fácil. Muchas parejas tienen necesidades más profundas que resolver. Es el caso de una mujer con la que me estuve viendo por un año. El sexo entre ella y su esposo se había vuelto tedioso. Cuando me tocó compartir una sesión con ellos pude corroborarlo. Todo era mecánico, se había perdido la excitación. Físicamente era placentero, se conocían bastante bien, pero la energía y afectos invertidos eran ridículos. Y ella no necesitaba una máquina de follar superdotada ni un experto que conociera a la perfección sus zonas erógenas; lo único que requería era un poco de pasión, alguien que se involucrara algo más. Ella sabía cómo llegar al orgasmo fácilmente cuando lo quería; de hecho, no era necesario que yo hiciera algo (me quedaba quietecito y ella hacía el resto). La diferencia era la parte afectiva, no la física. Podíamos pasar la noche entera sin follar; sólo abrazados, besándonos.

Su matrimonio se ha ido deteriorando paulatinamente. Ambos buscan a otras personas para tener sexo constantemente, pero cada vez comparten menos. El hecho de que conmigo encontrara cierta química me hizo motivo de discordia. Desean, por el bienestar de su familia, arreglar la situación, pero a la vez no consiguen reencontrarse sexualmente y siguen buscando como swingers la satisfacción que les falta.

Detrás del carácter aparentemente lúdico de las relaciones swinger hay más de lo que muchos estamos dispuestos a reconocer. Visto superficialmente, a la luz de una o dos experiencias efímeras, parece estar todo bajo control y resulta incluso divertido, risible. Sólo es cosa de escarbar un poco para saber que allí hay una relación de pareja que tiene problemas para funcionar como tal.