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6/09/2009

Intercambio japonés ( II )


Al final llegamos, bajamos las escaleras y llamamos a la puerta. Nos abrió una japonesa al uso: pequeñita, pelo largo, mona, etc. que nos cobró la cuota de afiliación y la entrada. Ja dentró, un hombre de mediana edad nos enseñó todo el local y nos explicó más o menos las normas de uso.

En el primer piso se encontraba una barra baja y dos zonas de sofás. En la primera zona de sofás había un grupo de 4 parejas que hablaban muy animados, como si les gustara hacer ver que estaban allí y que eran superliberales por ir a un club de intercambio. En la siguiente zona de sofás, que lindaba con un sofá que se alargaba hacia un colchón en el suelo, nos sentamos nosotros aprovechando que no había nadie. En la misma planta y prácticamente enfrente de la barra y con mucha luz, la sala sado. Había una cruz de San Andrés con sus correas y una mesa con todo tipo de complementos: fustas, latigos, varas, trajes de cuero, antifaces, incluso lubricante. En la pared de la sala sado, que era básicamente una reja, había colgados varios disfraces que cumplían con los tópicos que todo amante de Japón esperaría encontrar: disfraz de doncella, de colegiala (imprescindible), de cuero, uno de budweiser (ves a saber por qué)... el caso es que las chicas del grupo se iban cambiando de traje de vez en cuando y le daban mucha vidilla al local. Y no sólo porque tuvieran unos cuerpos de vértigo.

En el piso de bajo había una sala con una máquina de te y una nevera con cervezas, y cuatro habitaciones con colchones en el suelo. Cada una de ellas tenía algo diferente de las otras, pero venían a ser todas iguales. En la primera se permitía la entrada de hombres solos, en la segunda sólo si eran llamados, en la tercera no se permitía. Las tres tenían una zona acristalada para poder ver desde fuera. Una de ellas también tenía una ventanita abierta para poder tocar desde la zona de mirar y en donde se miraba siempre que las parejas se tocaran. En caso de que no se quisiera ser tocado, bastaba con alejarse un poco. Finalmente, en la cuarta habitación no se podía mirar ya que los cristales eran casi opacos.

Todo daba impresión de ser muy japonés, muy ordenado, cada cosa en su sitio: cada habitación para una función diferente. A nosotros, que poco a poco vamos definiendo mejor nuestros gustos, nos gusta hacerlo donde nos pille, sin planear si queremos la habitación A, B o C. Tener que decidir a priori si queríamos que se nos viese, que pudieran entrar hombres solos o si queríamos hacerlo siguiendo la ISO 3247, nos la traía un poco al pairo. El caso es que subimos a los sofás.

En la barra había dos hombres y dos mujeres que habían venido solos. Hablaban animadamente, aunque se veía que las mujeres daba conversación básicamente por educación. Pedimos de beber y entonces nos enteramos de algo que nos hizo muy felices: había barra libre. Los gintonic fueron cayendo poco a poco.

María estaba muy nerviosa. Aquella visita, tal vez enmedio del estrés del viaje, le había creado una cierta ansiedad. Decidimos tomarlo con calma, aunque he de confesar que el nivel del club, sobre todo en cuanto a mujeres se refiere, era de los más altos que había visto nunca y me encontraba muy excitado.

Decidimos tomar una ducha para despejarnos un poco y ver las cosas con un poco más de distancia. En la ducha de enfrente, separada por un cristal translúcido, se duchaba una pareja que acababa de llegar y que minutos antes, se había sentado frente a nosotros. Al salir de la ducha, los dueños del local nos habían dejado unas bolsas para dejar la ropa con sendas batas blancas para ir desnudos...
El sexo no es la respuesta. El sexo es la pregunta, la respuesta es sí ...

Parejas mujeres y hombres que engañan


Al navegar entre los distintos usuarios, he encontrado fotografias de hombres, mujeres y parejas que engañan, y photoshopean sus imagenes ó utilizan imagenes descargadas de otras páginas y se las adjudican como si fueran de ellos y ellas, lo mejor sería que se presenten tal como son sin querer aparentar lo que no son, porque al conocerlos en persona y no ser como se presentan en la página hay una decepciion que rompe el momento.